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Todos vigilados: siete mil millones de sospechosos

Con el pretexto de luchar contra el terrorismo o la delincuencia, las grandes potencias se han embarcado en una peligrosa carrera de tecnologías de vigilancia. Cámaras de reconocimiento facial, detectores de emociones, sistemas de calificación ciudadana, drones autónomos… Una obsesión por la seguridad que en algunos países está dando lugar a una nueva forma de régimen político: el totalitarismo numérico. La pesadilla de Orwell.